El odio por motivos de raza, etnia o procedencia no es un eco del pasado. Está presente en las calles, en las aulas, en las redes sociales y en los espacios cotidianos de España. Aunque la diversidad es una realidad cada vez más visible, los datos oficiales confirman lo que muchas personas racializadas ya sabían: el racismo no ha desaparecido, se ha adaptado.
Delitos de odio por racismo: una tendencia al alza
Según el último informe del Ministerio del Interior, los delitos de odio en España aumentaron un 21,3% en 2023. De los 2.268 casos registrados, el 41,8% —es decir, más de 948— fueron motivados por racismo o xenofobia, lo que los convierte en la forma más común de delito de odio en el país.
Este incremento sostenido refleja no solo una mayor visibilización, sino también una normalización del discurso discriminatorio, especialmente en redes sociales, medios de comunicación y ciertos entornos políticos.
El racismo no siempre se manifiesta con una agresión física. En muchos casos, su forma más devastadora es la exclusión silenciosa. Según el Informe 2024 sobre Racismo en España publicado por SOS Racismo y la Red Española de Inmigración:
- Un 27,5% de personas racializadas han sido rechazadas al intentar alquilar una vivienda, incluso con contrato y nómina.
- El 13% ha sufrido discriminación en entrevistas de trabajo, habitualmente relacionada con el acento, el color de piel o el nombre.
En este sentido, las mujeres extranjeras representan el 32,2% de las víctimas con seguimiento policial por violencia de género, según el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial (2024). El riesgo aumenta cuando la mujer carece de red de apoyo o está en situación administrativa irregular. Muchas evitan denunciar por miedo a ser deportadas o a perder la custodia de sus hijos. Algunas ni siquiera conocen sus derechos.
Estas formas de racismo estructural no aparecen en los titulares, pero condicionan el acceso a derechos fundamentales.
El entorno educativo tampoco está exento. Menores racializados denuncian acoso escolar por motivos étnicos o culturales, a menudo desatendido por las instituciones. En paralelo, las redes sociales han amplificado los discursos de odio con impunidad.

“No + Odio”: prevenir desde la raíz
En este contexto, iniciativas como el proyecto “No + Odio” de Fundación Altius cobran una relevancia urgente. Se trata de una propuesta pedagógica y comunitaria que tiene como objetivo:
- Desactivar discursos de odio racial en entornos juveniles.
- Promover una educación antirracista en centros escolares y espacios comunitarios.
- Impulsar campañas en redes sociales con mensajes inclusivos.
- Formar a docentes y trabajadores sociales sobre cómo detectar y frenar actitudes racistas.
Desde Altius, Vivian Castaño, responsable de proyectos señala que “el racismo no empieza con un insulto, sino con una idea que nadie cuestiona”. Por eso, su proyecto apuesta por una prevención temprana y transversal, trabajando tanto con jóvenes como con sus entornos familiares y escolares.
“Contamos con un programa de sensibilización social y acompañamiento dirigido a personas que se encuentren en situaciones de discriminación por motivos racistas, xenófobos u otras formas de intolerancia”, explica Vivian. “A través de este programa, Altius ofrece una serie de servicios gratuitos, especialmente pensados para personas migrantes, con el objetivo de brindar apoyo integral ante estas problemáticas”.
Entre los servicios disponibles se incluyen la información y orientación jurídica, atención psicológica y social, así como el acompañamiento durante el proceso de denuncia y en la gestión de trámites. Además, brindan información actualizada sobre recursos y ayudas disponibles, realizan talleres informativos y ponen a disposición un buzón de denuncias para facilitar la comunicación y el registro de situaciones discriminatorias.
Voces silenciadas, pero no mudas
“Yo he sentido este taller me ha servido para orientarme de cómo saber muchas cosas de cuando uno es inmigrante. Y aparte de eso que me he sentido cómoda con las compañeras y con todo. La profesora muy amable explicando cada cosa detalladamente y pues todo me ha parecido súper, pero súper informativo”, dice xxx, beneficiaria de nuestra formación en sensibilización.
Testimonios como el suyo abundan en los informes de entidades como SOS Racismo o CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), que denuncian la invisibilización institucional del racismo y la falta de mecanismos eficaces para denunciar estas situaciones.
España sigue sin afrontar de forma decidida el racismo estructural. Las políticas antidiscriminatorias avanzan lentamente y muchas veces sin presupuesto ni voluntad firme. La magnitud del problema exige mucho más que declaraciones públicas: necesita educación, legislación efectiva, campañas sostenidas y protección real para las víctimas.
En ese vacío institucional, la sociedad civil ha tomado la palabra. El proyecto No + Odio no es solo una campaña: es un grito educativo que combate desde las aulas y las redes lo que el sistema aún no se atreve a nombrar con claridad: que el racismo mata, excluye y silencia, pero también puede desactivarse con empatía, conocimiento y acción.
