José Espinosa (izquierda) con su amigo Mohammed (derecha) en el Mercado 1 Kilo de Ayuda de Altius.
«Tras varias semanas de entrega en la Fundación Altius como voluntario, he descubierto la importancia que tiene esta institución en cientos de personas que acuden a esta en busca de un refugio y un trampolín para integrarse en la sociedad y mejorar sus vidas. Son muchos los voluntarios que se levantan temprano y asisten cada mañana hasta aquí, sin querer ni buscar nada a cambio. No reciben un sueldo, ni nada material, reciben precisamente más de aquellas personas que tienen menos, aquellas que vienen en busca de ayuda, ya sea por alimentos o búsqueda de empleo.
Mi experiencia en la fundación se resume en una palabra, GRATITUD. Gratitud en todos los ámbitos de trabajo en la fundación, ya sea repartiendo la comida como hablando con las personas que vienen en busca de ayuda.
Participar como voluntario en la Fundación Altius me ha permitido salir de mi zona de confort y acercarme a una realidad que, aunque muchas veces ignoramos, está más cerca de lo que creemos. He podido comprender que detrás de cada persona que acude a pedir ayuda hay una historia llena de esfuerzo, dificultades y también esperanza. Mirarles a los ojos y escucharles ha sido un gran aprendizaje. Me ha enseñado a valorar mucho más lo que tengo y a ser consciente de la responsabilidad que todos compartimos como ciudadanos.
Otro aspecto que me marcó profundamente fue el trabajo en equipo con otros voluntarios. Cada uno aportaba lo mejor de sí mismo, desde la paciencia hasta la sonrisa que alivia en momentos de tensión. Este ambiente de colaboración me demostró que la solidaridad no solo beneficia a quienes la reciben, sino también a quienes la ofrecen. En ese intercambio constante, uno descubre que la ayuda mutua crea lazos humanos capaces de transformar comunidades enteras. Es emocionante ver cómo un pequeño gesto, como entregar una bolsa de alimentos o dedicar unos minutos de conversación, puede cambiar el ánimo y devolver la esperanza a quienes más lo necesitan.
La Fundación Altius también me ha permitido reflexionar sobre la importancia de la integración laboral como herramienta para romper el círculo de la exclusión social. No se trata únicamente de cubrir necesidades básicas como la alimentación, sino de brindar oportunidades reales que permitan a las personas recuperar su independencia. Ser testigo de programas de orientación laboral o de capacitación me hizo darme cuenta de que lo que verdaderamente transforma vidas es la posibilidad de volver a sentirse útil, de recuperar la autoestima y de construir un futuro mejor con sus propias manos.
En definitiva, esta experiencia ha dejado una huella imborrable en mi manera de entender la solidaridad. La Fundación Altius no es solo un lugar de ayuda, es un espacio donde se construyen sueños y se devuelve la esperanza a quienes la han perdido. Como voluntario, me siento afortunado de haber sido parte de este proyecto y de haber compartido momentos que me han hecho crecer como persona. Estoy convencido de que cada hora invertida en esta labor ha valido la pena, porque he recibido mucho más de lo que pude dar. Por eso, invito a cualquiera que tenga la oportunidad de acercarse a descubrir lo transformador que puede ser el compromiso con los demás».